Publicado en Diario de Navarra (6/5/2020)

Todos los días, a las 8 de la tarde, numerosas personas se asoman por la ventana para aplaudir al personal sanitario, como homenaje a la encomiable labor que desarrollan en favor de tantos enfermos que padecen la pandemia. Hoy quiero acordarme también de los padres y madres que tienen que cuidar a sus hijos de una manera más intensa. En muchos casos les toca hacer las veces de profesores al mismo tiempo que teletrabajan o tienen que salir de casa para desempeñar alguna profesión esencial para el buen funcionamiento de nuestro país. Se trata de una labor heroica que deja patente su papel fundamental como tutores de los hijos. Desde luego no podemos olvidar el apoyo prestado por los profesores de colegios e institutos, sin los cuales esto no hubiera sido posible. Pero no cabe duda de que esta crisis ha demostrado la importancia de la familia.

Las guerras, enfermedades o crisis humanitarias suelen hacer que la sociedad abra los ojos. Ya no se miran las cosas de la misma manera después de haber perdido a seres queridos o cuando ya no se dispone de los mismos recursos económicos. ¿Seguiremos por el mismo camino? Todo parece indicar que sí. En pleno estado de alarma el parlamento español está tramitando la nueva Ley de Educación para que entre en vigor a partir de septiembre, a pesar de que una gran parte de la comunidad educativa ha solicitado esperar a que termine la crisis del coronavirus, pues esta situación excepcional impide que se debata la ley en condiciones. Sí, increíble. La ceguera de nuestros gobernantes no se cura ni con la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Siguen adelante con una Ley de Educación que margina a muchísimas familias que no están de acuerdo con la práctica desaparición de los centros de educación especial, con que la religión deje de ser evaluable y no tenga alternativa (los alumnos elegirán entre religión o ir al patio a jugar), con la no atención de la demanda social a la hora de definir la capacidad de los centros públicos y concertados, ni con que se impartan asignaturas ideológicas. Todas están medidas limitan la libertad de elección de los padres. Nos encontramos ante una ley que en el fondo potencia un modelo único de escuela con el que el Gobierno manejará a su antojo los contenidos que aprendan las futuras generaciones.

En Navarra la situación resulta muy parecida. Avalan esta nueva ley y también siguen adelante con el programa ideológico Skolae, sin que los padres puedan hacer nada por oponerse. Creo que es posible otra forma de gobernar y de gestionar la educación, contando con todas las familias, que son el auténtico motor de nuestra sociedad. Sin ellas la gestión de la crisis del coronavirus habría sido imposible. Los principales responsables de los hijos, los padres, se merecen el aplauso de toda la sociedad.

Ignacio Del Villar, secretario de FamiLiaE (Familias por la Libertad de Educación).

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